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En el marco del Encuentro de la Región Latinoamericana Lasallista (RELAL) con el Superior General y su Consejo, en Medellín (Colombia), el viernes 8 de septiembre el Hno. Armin Luistro, Superior General, se ha dirigido a los participantes del encuentro y a todos los lasallistas de la Región —a través de las redes sociales de la RELAL—, compartiendo un mensaje esperanzador, con “audacia profética” y a la luz del Evangelio, que se sitúa también en la perspectiva de conversión suscitada por el 46.º Capítulo General.

María en el camino del Éxodo

Al recordar la fiesta de la Natividad de María, el Hno. Armin destacó su “extendida devoción” entre los pueblos amerindios y sus culturas, reafirmando con los obispos de este continente que “María pertenece a la identidad de las naciones latinoamericanas, especialmente en situaciones de peligro y opresión” (Puebla 283).

Como peregrina, María ha acompañado a las comunidades cristianas en la esperanza y en el camino del Éxodo. “Que su ‘sí’ gozoso abra nuestros corazones a un encuentro amoroso con nuestros hermanos y hermanas en las periferias”, propuso el Hermano Superior General, recordando también la necesidad de “atreverse a adentrarse, una vez más, en aguas profundas”, pues es entre los humildes y con ellos donde el pasado Capítulo General nos invita a buscar nuevos caminos y nueva vida para ellos y para nosotros”, aseveró.

Asumir un rostro amazónico

En su reflexión, el Hno. Armin también ha subrayado la sensibilidad de los lasallistas frente a las heridas, el dolor, las injusticias y la violencia que amenazan y comprometen la vida de la Amazonía y de sus pueblos. “En este espacio sagrado, nuestros corazones son dolorosamente conscientes no sólo del sufrimiento humano, sino también de la Creación que gime y busca la salvación”, dijo, evocando uno de los cuatro sueños del Papa Francisco en la exhortación apostólica postsinodal Querida Amazonía: “sueño con comunidades cristianas capaces de darse y encarnarse en la Amazonía, hasta dar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos” (QAm 7). “¿No deberían nuestro ministerio educativo y nuestra fraternidad lasallista asumir también un rostro amazónico?”, interpeló el religioso filipino.

De hecho, “el 46.º Capítulo General ha pedido un cambio de paradigma en nuestro liderazgo institucional y en nuestra mentalidad”, continuó, advirtiendo la necesidad de abrazar “nuestra propia vulnerabilidad, con nuestros límites, con nuestras fragilidades, con nuestra propia pobreza”, para reconocer que “nos hemos convertido en víctimas de los éxitos personales e institucionales en tantas partes del mundo donde la misión lasallista se ha establecido firmemente”.

Cinco llamados a la conversión

El llamado a la conversión vincula a los lasallistas al itinerario de una Iglesia más sinodal, y el Hno. Armin lo ha enfatizado al proponer cinco escenarios de cambio y transformación personal e institucional:

  1. De una Iglesia del Magisterio, a una Iglesia que escucha.
  2. De una Congregación que enseña, a una comunidad que aprende.
  3. De un sabio en el centro de escenario, a un guía que permanece al lado.
  4. De un experto con un gran ego, a un novato con un corazón humilde.
  5. De un club exclusivo de Hermanos de una reputada Congregación, a convertirnos en pequeñas hermanas y hermanos para los ‘alejados de la salvación’.

Salir a las periferias

“Es providencial que el viaje lasallista a las periferias adopte el mismo espíritu del Sínodo de la Iglesia sobre la sinodalidad”, aseveró el Superior General, al asegurar que junto con su Consejo (Squadra) “estamos convencidos de que debemos emprender el camino de la bendita fragilidad que conduce a la auténtica fraternidad y sinodalidad”. Dicho itinerario “está en el corazón de la invitación evangélica a ser levadura para el mundo, a ser un grano de mostaza para la tierra”, porque “no debemos temer a la oscuridad, sino atrevernos a compartir nuestra luz”.

“Queridos Hermanos y compañeros lasallistas, con audacia profética, nos atrevemos a proclamar hoy este relato evangélico. Somos lasallistas, vivimos la historia, reivindicamos el milagro, celebramos el amor”, concluyó el Hno. Armin.