Beatos Hermanos Mártires de Cartagena
Ovidius Bertrandus et IV Socii, necnon Joseph Maria Cánovas Martínez
La Causa incluye 6 Mártires: 5 HEC y 1 sacerdote
En Lorca, un pequeño pueblo de La Mancha, los Hermanos de las Escuelas Cristianas dirigían la escuela primaria San José. Cinco hermanos formaban la comunidad:
- Hno. Ovidio Bertrán (Esteban Anunciaby Letona) 44 años
- Hno. Estanislao Victor (Augusto Cordero Fernández) 28 años
- Hno. Hermenegildo Lorenzo (Modesto Sáez Manzanares) 33 años
- Hno. Lorenzo Santiago (Emilio Martínez De La Pera y Alava) 23 años
- Hno. Luciano Pablo (Germán García García) 33 años
El 30 de julio de 1936 un grupo de personas se presentó en la escuela afirmando ser «Trabajadores de la Educación» y exigiendo que abandonaran el edificio en nombre del «Frente Popular». Los Hermanos se dieron cuenta de que se trataba de milicianos de la C.N.T. (Confederación Nacional del Trabajo) que invadieron la casa, buscaron armas y dinero por todas partes (que no encontraron) y acabaron llevándoselos y deteniéndolos, atándolos. Luego los encerraron en el sótano del edificio donde tenía su sede el C.N.T.
El 1 de agosto trasladaron a los Hermanos a una prisión donde ya estaban encarcelados otros sacerdotes, religiosos y católicos conocidos por su fe.
El 30 de septiembre, el juez Don Lino Martín Camicero decretó su libertad porque los cargos que se les imputaban no eran constitutivos de delito. Pero el 2 de octubre, un decreto del Comité del Frente Popular de Lorca ordenó que se ignorara la sentencia, porque los presos debían ser considerados peligrosos. El miércoles 18 de noviembre de 1936, un jefe de la milicia, a las 5 de la mañana, ordenó coger a los dos sacerdotes y a los cinco Hermanos y atarlos. Los subieron a un camión y les dijeron que los iban a llevar a otro lugar para interrogarlos. Los llevaron a los alrededores del pueblo, a una colina donde había una mina de azufre. El líder les ordenó que se sentaran, atados como estaban. Un pelotón de milicianos se situó detrás de ellos y el jefe les ordenó disparar. Luego, con su pistola, les dio a cada uno el golpe de gracia disparándoles en la cabeza. Entonces cortaron las cuerdas y, cogiéndolos por los pies, los arrastraron hasta un pozo de azufre donde los arrojaron. Actualmente el pozo se conoce como «Pozo de los Mártires».
Memoria litúrgica: 6 de noviembre